ADVIENTO

El obispo de Añatuya, monseñor Adolfo Armando Uriona FDP, convocó a “insertarnos en la gran propuesta de los obispos de Latinoamérica y el Caribe de la Misión Continental”, a través del triduo preparatorio para el Gran Jubileo Diocesano, previsto para 2011, e invitó, en particular, a participar de la misión de Adviento, “llevando la imagen del Niño Dios casa por casa y haciendo en familia una sencilla celebración”.

Entre otras acciones, el prelado expresó su deseo de que, en este tiempo preparatorio para la Navidad, “sería bueno que en todas las comunidades nos uniéramos a meditar juntos los textos bíblicos de los domingos de Adviento”.

En cuanto a la preparación para el jubileo diocesano, el obispo recordó que “este año, 2008, hemos tomado como tema: ‘Hacer de la Iglesia casa y escuela de comunión’ y, sobre la base de este tema, hemos propuesto como lema: ‘La Iglesia es nuestra casa, en ella nos encontramos como hermanos y juntos anunciamos a Jesucristo’”.

Monseñor Uriona especificó en este sentido que se están desarrollando asambleas parroquiales, con el objetivo de “renovar nuestra parroquia haciéndola más comunitaria y misionera, es decir, aceptando el magnífico desafío pastoral que supone el llegar a todos los que habitan en el territorio parroquial, particularmente los más alejados, anunciándoles el mensaje salvador que nos trae Jesucristo e invitándolos a participar de nuestras comunidades, las cuales han de ser un ámbito acogedor”. También apuntan a comprometer a los laicos a “participar de manera protagónica y activa de la pastoral que se desenvuelve en la comunidad, motivándolos a la misión”.

“Creo que, en el contexto del camino diocesano hacia el Jubileo y la Gran Misión continental, es una propuesta sencilla, concreta y en un tiempo propicio a fin de que nuestra gente pueda ir disponiendo su corazón al maravilloso Acontecimiento de la Encarnación y el Nacimiento del que debía venir a este mundo”, subrayó en su carta pastoral de Adviento.

Tras instar a “aprovechar tantos medios de Gracia que tenemos en nuestra Iglesia Católica y que muchas veces descuidamos”, se refirió puntualmente a:

- La “lectura orante” de la Palabra de Dios, en forma personal y grupal, que nos lleva al conocimiento y al encuentro real con Aquel que habla en ella.
- La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, alimento de la fe en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.

- El sacramento de la Reconciliación, que purifica nuestras conciencias de las “obras muertas”, dándonos la nueva vida de la gracia santificante.

- Los momentos de oración personal y comunitaria frente al Santísimo o también en nuestra habitación donde podemos “orar al Padre que ve en lo secreto”.

- El rezo del Santo Rosario que nos une a María Santísima contemplando los misterios de la vida de su Hijo.

Por último, monseñor Uriona destacó que son muchos los medios que “nos motivan y nos alientan para el encuentro comunitario y el servicio misionero”, y consideró que “debemos redescubrir la hermosura de nuestra Iglesia Católica, Pueblo de Dios que camina en este mundo con la misión de propagar el Reino de los cielos entre los hombres, tan necesitados de Dios”.+